Y el último día del año llegó. Llegó y se fue como ese beso de despedida aquella noche tan fría. Como todas y cada una de las lágrimas que has derramado. Como cada palabra que te rompió por dentro. De repente te descubres un 31 cualquiera tomándote 12 uvas porque es lo que se supone que se debe hacer, es entonces cuando te trasladas a dos meses antes, ese mismo día. Crees en el destino y sabes que esto tenía que pasar, pero nunca fue tan complicado pasar página. Nunca habías amado. Y quizás amaste a quien menos se lo merecía, en el momento menos indicado y de la manera más enfermiza. Resulta que el amor, como todo en esta vida, como los viernes por la noche, como la felicidad, como una botella de vodka a medias con tu mejor amiga, como tu canción preferida, como el verano... tiene un final y, a pesar del dolor, a pesar de que cuando llegas a casa el viernes tienes que desmaquillarte, a pesar de que antes de ser feliz tuviste que sufrir, a pesar de la resaca que provocó esa botella, de las lágrimas que esa canción te hizo derramar y de lo rápido que pasa el verano; solo nos quedamos con las cosas buenas, con los besos, con el baile que te pegaste, con la frase que te marcó. Porque todo aquí es efímero, sabemos como empieza pero no como va a acabar. Solo por eso, hay que disfrutar de las cosas que tenemos mientras las tenemos. Porque no existe nada peor que que sea demasiado tarde.
Son preciosas muchas fotos que tienes como la de las converse en rosa que me han encantado, y en general los textos, así que te sigo ya en tu blog y me gustaría que te pasarás a conocer el mío, un besazo!
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